CADA VEZ MÁS CHIQUITOS
Admirar los grandes niveles de rendimiento al momento de la competencia es fácil asistiendo a difusiones en directo vía el cable, sea televisivo o de internet, y no solo en fútbol, sino en otras disciplinas como el tenis, por citar un ejemplo, donde al cabo del primer mes del 2016, todos sus exponentes, sean por equipos o en individuales son verdaderos súper atletas.
Ver esas confrontaciones nos muestra cuán lejos anda el deporte nacional. Y todo por la desidia de quienes manejan los destinos del deporte peruano. Mientras en latitudes de primer orden el deporte tiene una cobertura de seriedad científica, aquí es todo lo contrario. Por eso sobran los dedos de una mano para ver, un exponente individual en el más alto nivel mundial.
En nuestro medio, de entrada al segundo mes del 2016, lo que se avizora en el plano internacional para nuestro balompié, todo, o casi todo, queda librado a lo que nos depare el azar por más que algunos sectores pretendan decirnos otra cosa.
Lo cierto no hay que esperar resultados distintos (léase buenos) porque si fuera poco, se sigue haciendo lo mismo de siempre. Vale decir manteniendo invariable la forma y fondo. A la sazón iremos de tumbo en tumbo. La idea corresponde a lo dicho en una de las sabias sentencias de Albert Einstein que, se cumplen en lo cotidiano de la vida real, cual veracidad axiomática.
Por lo que se ve todo apunta a seguir igual, sin cambios en el frente. Entonces no habría que gastar pólvora en gallinazo. Hay que dejar que los dados tirados de un cubilete rueden, y a jugar lo mejor que pinte en la mesa tal como se apuesta en las timbas de una esquina cualquiera.
Sin embargo, al frente de los destinos del fútbol nacional dizque están los más sabios de nuestro entorno. Y ojo, además no solo existen por amor al chancho. Ganan un billete grueso y disponen de divisas. Pero a la fecha no dan pie en bola. Una pena, por decir lo menos.
En algún momento, más cerca que lejos, llegará la hora de la verdad. La del ajuste de cuentas. Pero por ahora no queda otra que encomendarse a la diosa Fortuna, aquella de la mitología griega. Solo que si existiese, de seguro se inclinaría a favorecer a quien mejor preparado esté, como es lógico suponer. Y de hecho, a la fecha el fútbol peruano no figura por ningún lado.
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